Traté de despejar
mi mente y comenzar a concentrarme, ya que me encontraba en la escuela y la clase de química
estaba a segundos de comenzar. En el salón éramos no más de treinta alumnos,
habían muchas chicas, y muchas más en el colegio. Pero junto a mi estaba Mercedes,
una chica de pocas palabras y de mucha belleza que solo al mostrar su sonrisa
parecía que el tiempo era más relativo de lo que se estima, la verdad esa clase
era más que desperdiciada, ya que solo contemplaba a Mercedes. Nunca solía
hablar con ella mucho menos cruzar una mirada, sus ojos siempre apuntaban al
pizarrón, una mirada adelante otra a sus apuntes, y yo simplemente una mirada a
Mercedes y la otra a Mercedes. Nadie sabía de lo nuestro, es decir, de lo mío,
era tan secreto que ni ella misma se podría dar cuenta, y realmente me perdía
con solo verla.
Al terminar la clase, me dirigí a comer, la verdad esperaba
ansioso salir del colegio para revisar si aún estaban las hojas del día
anterior, y si encontraba dicha evidencia podría ser que había desarrollado una
parte de mí mismo que aún no comprendía, sé que suena a ficción y suelo exagerar en todo pero no sé
si era coincidencia o que, pero ese día comencé a prestar más atención en cada
uno de mis movimientos, inclusive el de otras personas.
Más tarde, al terminar las clases trate de
llegar lo más pronto posible a mi casa, en el transcurso del camino solo
pensaba en algo en ella, en Mercedes. Y aquí es donde comienza la explicación
absurda de una persona que no puede confesar un amor, y no es que no tuviera el
valor de dirigirme a ella y confesar mi amor, lo que no tenía era el momento
adecuado, y pensando en eso estaba cuando paso lo impensable, creo que son de
los momentos que suceden de manera extraña pero de mucha ayuda, ya que justo
a un costado mío estaba ella, caminando, realmente era muy diferente y la sensación
que me transmitía era más extraño aún. Su cabello era negro y lacio que caía
suavemente en sus hombros donde me encantaría algún día reposar mis manos, su
mirada como lo dije anteriormente, era más profunda que mi amor por ella y
claro que en relación con el negro de su pelo, solo que en ellos reflejaba el
blanco de su misma alma, realmente nunca suelo pensar mientras camino hacía mi
casa pero esta vez no solo pensaba sino volaba, el momento se prestaba, era el momento del que
hablé. Era el momento adecuado de agarrarla de la mano, y decirle lo mucho que la amaba,
y era justo lo que iba hacer, estaba a punto de ser la persona que al fin
concluyera su amor imposible con una confesión a lo mejor no correspondida pero
si intentada.
Me dirigía hacía
Mercedes rápidamente, solo eran dos simples pasos, tomarla suavemente de la
mano y al tenerla de frente decirle lo mucho que la amaba. Sujete mis cosas
decidido comencé a dirigirme hacía a ella rápidamente, sentía su aroma cada vez más cerca,
era Mercedes la chica que nunca había hablado pero que hoy se enteraría de lo
que yo sentía por ella. Casi a dos pasos, estiré mi brazo rápidamente y sujeté su mano, Mercedes despavorida salto de su propio eje, mientras
nuestras manos se separaban, se tropezó incidentalmente con la banqueta y cayó
lentamente en un charco, obviamente no era como yo estúpidamente planeé
mi confesión de amor. Quede como un completo idiota. Ella tenía finalmente su
mirada fijamente en mí, en cuestión de
segundos me di cuenta que no era una mirada de agrado mucho menos de amor. Mercedes se paró ipso
facto y al momento de estar a mi altura, solo vi como la palma de su mano
izquierda se dirigía hacia mi rostro, cerré mis ojos por un instante y al
momento de abrirlos el amor de mi vida solo caminaba rápidamente alejándose de mí.
De ahí
en adelante lo que sentía es imposible de explicar con palabras, pero solo diré
que nunca pensé que las cosas iban a resultar de esa manera.