lunes, 7 de noviembre de 2016

TAPATÍA


Su cuerpo y mi cuerpo más que conectados
que un mismo dialecto, con intelecto vamos
contra retos y con algunos versos nos funden
con el tiempo. Y aunque te vayas tapatía serás mía
regresarás algún día y ese día lloverá sonrisas, felicidad,
que inundará la universidad, no me beses más ¡parar!
que tu altitud seductora refleja magnitud que me obsesiona,
que me galardona con cada abrazo, cada beso, lluvia de anhelos,
porque deseo conquistar parte por parte de tu cuerpo y ojala
y me tardará un siglo entero, que exista una historia de conquista,
colonización de amor pacifista,  narradas con una buena pista,
que duré milenios como portada de revista, que tergiverse la teoría
relativista ya que sería el universo plasmado con las mejores tintas.

Porque en las noches pasa todo se ama a oscuras,
con ojos cerrados beso tus codos y mi nariz
encuentra tu cintura. Tus labios y los míos hablan
el mejor idioma, nuestras almas se apretujan en
una sola forma, nuestros corazones se estrujan a
pocas horas y nuestro momento instantáneo perdura
rompiendo los esquemas de lo temporáneo, amor
contemporáneo pizca de locura y el toque de cordura,
me extraditas a otro mundo, me siento como un foráneo.

Que hoy te sentí mas cerca y ferozmente de mi pecho,
que fue tan rápido que no vi la flecha que me flechó,
solo vi que el humo se disipaba paulatinamente en el techo,
que fue tan lento que aprecié como nunca el amor bien hecho.









sábado, 5 de noviembre de 2016

CASTAÑO



Convertí mis versos en estaciones del año,
ame sin fin a una mujer de pelo castaño,
borré letras las cuales me hicieron daño,
corté todas relaciones a base de engaños.

Pero hoy me fumo un cigarro de mi a agrado,
sin estar preocupado dejo que pasen los carros.

Nunca debí arrepentirme por las cosas que no
debí hacer, no debo lamentarme por lo que no hice
antes de ceder, lo que debía hacer era agradecer
esperar el amanecer y comenzar a ser.

Pero hoy me tomo un trago de desagrados,
pero tan ocupado que no ya no afecta el pasado.

Nunca debí escribir una historia de mi mismo,
porque no sabría si acabaría mal, nunca debí
olvidar mis objetivos porque no sabría por donde
hoy navegar.

Convertí mis días en otoños castaños, mis risas
en inviernos fríos, mil veranos de sueños y una
primavera con entusiasmo de niños.