Las estaciones del año, los
lapsos, los momentos, los sucesos, los pedazos del tiempo, los intervalos en el
infinito espacio, las etapas que nos marcan, o nos hacen vivir o nos hacen
morir, que nos hacen reír o nos desalman, nos hacen volar o nos atrapan. Pero
qué seríamos sin el tiempo, sin esas etapas, ya sean duras o sean muy malas o
si nos va bien: sorprendentes y únicas. Hay una etapa después de todo esto, del
enamoramiento, del amor mismo, y hablo del amor como acción no como verso,
hablo de hacerlo, de sentirlo.
El amor que se hace, es
representado por acciones, por detalles, miradas que nos matan y que nos
reviven, de frases bonitas y a su vez constantes. Ese amor se manifiesta de
manera mística cuando las dos partes se encuentran, cuando las dos se unen en
una sola, se abrazan hasta tocarse el alma, se aman hasta encontrar la locura,
se besan hasta disipar cualquier amargura, se hacen un todo y en un poco se
quieren un mucho. Tantos deseos y tantos sueños que en un pequeño momento se
olvidan, el amor es más que improvisar, es como actuar sin libreto, decir sin
pensar, volar sin alas. En este momento lo importante es poca cosa, lo eterno dura
un segundo y el infinito llega en un instante. El amor cesa pero nunca se
acaba.
El que habla de sueños es
porque ha soñado, pero el que habla de amor no solo ha amado. El que ha vivido
todo esto no quiere decir que haya hecho el amor, posiblemente solo tuvo sexo,
el que ha amado sabe que no basta con amar, con reír y hacer feliz, no solo hay
que hacer el amor, hay que hacer el odio, la magia y la fantasía, saber que nuestras
vidas son las mismas y no por cobardía alejarse ni por un momento o una estúpida
estación del año, un lapso, un momento, un suceso, un pedazo del tiempo, un
intervalo en el infinito espacio o una etapa. Ya que puede pasar lo que sea,
pero por ni un motivo dejar de amar, dejar de hacer el amor, dejar de estar
juntos.
"Madurar es dejar ir a quien ya
no se quiere quedar"
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