Tomando un café en la mañana cuando nos conocimos,
tomando un tequila en la
madrugada cuando nos destruimos,
duran más los recuerdos de mil
amores, que esas noches que
estuvimos juntos.
Sentada de frente con música
suave que bailaba con su pelo,
y mis dedos estrujaban el
cigarrillo, no tenía ni un anillo en su dedo,
y yo con una mujer en casa que me
apagaba el brillo.
Miradas que nos acercaban y las
tazas de expresos nos cortejaban,
mientas que la avenida
transitada, no se notaba para nada despistada,
ojos atentos y negros como mi
bufanda, que ni el frío nos apagaba,
que por primera vez el tiempo
dilataba.
Nos paramos de la mesa después de
la cuenta, y al cerrar las puertas
pagamos de la mejor manera,
encuentros fortuitos y momentos hechos mitos,
y noches que por noches no se
habían sentido, tras las copas, los compases
y las coplas llenas de sensualidades,
cortejos que solo la música sabe.
Como pagar miradas con placer, si
a la vez estamos pagando más,
como cortar las alas al amanecer
si el tequila sigue en pie,
que por más que se ha olvidado no
se ha dejado de buscar,
no nos hemos vuelto a ver, pero
sé que nos veremos otra vez.
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