lunes, 18 de julio de 2016
FUMÁNDOME EL ALMA
No te esfumes de mi vida ni disipes tu brío,
que yo sin brillo aun me fumo y te juro que me
siento en líos, con un fuerte alío que se siente cada
mañana ya que las madrugadas están más ahumadas,
que te extrañan y sienten tus llamadas, que sin duda
daría una mañana entera con la que tanto añorabas, que las
palabras se van en conjunto con el humo que sale por la ventana
y que llegan a un futuro, que no vendrá, que no se hará y que
jamás podrá estar.
Porque cuando te desnudaba sentía tu calma,
nos fumábamos hasta el alma y las noche se
convertían en una trama. Pero al final de la noche
nos hemos fumado tanto, que nos queda el buque
como el de un buen tabaco.
Caladas que se escapan por las mañanas, que se saborean
lentamente a cada beso, y luego pienso, que rápido pasa
el tiempo como las bocanadas que nunca titubean,
y aunque ya nunca nos vean no te esfumes que aún
siento tu perfume, y los besos que siempre me fumé,
sigamos derramando leche por las calles, que aún
somos dos fumarolas que al final se unen luego de
apagarse, cosa que nunca ocurre.
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