Dura noche helada que congela miradas,
agotando cada paso que te deja sin olfato,
solo se denotan a lo lejos las paradas
y las luces en el asfalto.
Caminando me di cuenta aquella noche,
madrugada oscura y balas frías, cocaína
y una luna que todo veía, es la vida
de una mujer o ser que estaba en esa esquina,
valiente porte de poco corte y que muere de frío,
por el escote y no porque no lo note sino que esta
segada por la morfina que le sirve de sigilo.
Se acerca un hombre confundido preguntado por un tipo,
y quien ella dijo era un ser maldito, sin motivo ni razón
alguna lo llevaron por un pasillo oscuro donde se ven cosas
que nunca había visto. Quemadura de frío en los labios
o mordidas de nostalgia por cada paso por aquellos pasillos
y que deben ser tan malos que habían esclavos,
de adicciones, traiciones, locuras y en el piso habían casquillos.
Seguramente percutidos por aquellos que no acceden,
un nivel desconocido que muchos le temen, pero fue en breve
el zarpazo, que sin dejar rastro se disparó a sangre fría,
donde se olía, sentía que muchos morían, pero al sonar
las trompetas todos corrían. Al llegar a una esquina,
se encuentra con una chica que se le hacía conocida
se acerco y le pregunto donde estaba su reloj, ella
del bolso saco una cuarenta y dos, y pidiendo
refuerzos a un tal mimo, y que lo mataría por lo más mínimo.
Arrebato de pistola, forcejeo imprudente,
miedo como grandes olas y poco inteligente
e inesperadamente el gatillo del descuido
se cobro una vida y que tal ves el tal mimo
ni siquiera existía.
Corrió tan rápido como pudo, se metió por calles
desconocidas, pero en el apuro se percato que
su billetera pudo caerse en el acto homicida.
Al llegar a una calle no presto atención a los detalles,
era el mismo pasillo que la chica lo había llevado al
comenzar la travesía, con las uñas en la encía, volteo
y la chica lo llamo, dijo que tenía su reloj, nada lo
conmovió ya que tenia una nueva misión.
No sabía con quien estaba tratando, pero el confió
la chica lo llevo a un lugar aún más desconocido
al tomar un taxi más tenso se puso el camino,
radio en mano que era más largo que su falda,
le dijo tu billetera esta en esa casa, cubreme
la espalda y espera mi llamada.
Segundos duraban y se perpetuaban en muchas
noches, cuando el taxista apagó el coche, bajó de prisa
ya que una emboscada le podía costar la vida, lo cual apuntó
directamente al rostro del taxista y se fue por la peor salida,
la chica corrió despavorida con cartera en mano,
por un favor sano, al momento de ver el acontecimiento
no le quedo de otra que tirarse al piso, llorar por arrepentimiento
en el momento que lo único que escucho es un "gracias"
tirado al viento.
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